América Latina sigue muy dependiente del pago en efectivo, con solo un 20 % de transacciones electrónicas, pero la región ofrece muchas oportunidades y está preparada para la digitalización, dijo Gilberto Caldart, presidente para América Latina y el Caribe de MasterCard.
En un mundo en que el «dinero en efectivo casi ha muerto», Latinoamérica permanece en exceso anclada en el pago en metálico, con tan solo un 20 o 21 % de uso de los medios electrónicos para este fin, resaltó Caldart en la inauguración del foro Mastercad Innovation.
En el foro de dos días, que reúne a cerca de un millar de clientes de la banca y la empresa, Caldart subrayó la repercusión de la revolución digital en el sector bancario y el valor de la «seguridad cibernética», esta segunda una «prioridad» en una economía «impulsada por los datos».
«La seguridad y protección de los datos es nuestra prioridad principal. Tenemos que crear dinámicas que solucionen y mejoren la seguridad sin comprometer la experiencia de los usuarios», agregó el brasileño Caldart.
Para el directivo, la transición del efectivo al electrónico es inevitable en un mundo en «hiperrevolución» que recién comienza a servirse de la inteligencia artificial (IA) y los robots.
En este presente de avances tecnológicos y «cambio en la velocidad de la vida» no se queda atrás la «demanda de los consumidores», que muta con gran rapidez hasta convertirse estos hoy en «omnicompradores en el omnimundo».
Pero el mundo de los pagos no escapa tampoco a esta nueva revolución industrial: el «pago tradicional y las operaciones digitales están en «convergencia dinámica», sin descuidar la importancia de «proteger la privacidad en este cambio acelerado», agregó el directivo.
Se refirió además a la «intensificación» de la competencia comercial y empresarial en la región con un papel cada vez más relevante de la «digitalización», lo que conducirá, sin duda, a los países de Latinoamérica a un «cambio de paradigma».
Un cambio de «paradigma» para el que MasterCard presentó en el foro a uno de sus protagonistas, Steve Wozniak, cofundador de Apple, quien de forma distendida relató los años previos a la fundación del gigante tecnológico y tuvo tiempo de bromear sobre la inteligencia artificial.
Wozniak dejó claro que su motivación primaria fue, desde el principio, pasarlo bien: «Me metí en la tecnología por lo divertido que era. Nunca pensé que esa iba a ser mi ocupación, sino más bien la de ingeniero (con Hewlett Packard)», dijo.
Profesor de primaria durante un tiempo, Wozniak apuntó que no le interesaba el dinero y que, de hecho, muchos de sus diseños los regalaba.
Una filosofía que cambió con la aparición de Steve Jobs, cofundador de Apple, un genio para «convertir lo que yo hacía en dinero», dijo con humor.
Recordó los cuatro días seguidos sin dormir que pasaron ambos trabajando para entregar a tiempo un programa de juegos, un trabajo que normalmente hubiera llevado cuatro meses o incluso un año.
«Lo logramos, pero también nos contagiamos de una mononucleosis infecciosa», recordó, para añadir que fue entonces cuando fue consciente de que su «talento era hacer computadoras».
Fueron años de mucha emoción para los dos amigos, años de entusiasmo en los que el rechazó de Hewlett Packard (HP) a una de sus computadoras fue el detonante que les llevó a crear su propia compañía, eso sí, «sin dinero».
Puso como horizonte para las nuevas generaciones que lo «interesante es hacer algo que no existe, no lo que todo el mundo hace, y hacerlo sin compararse con los demás».
Y reconoció que le «encanta hacer las cosas con el menor coste posible», que le gustaría, agregó con humor, construir un robot por 150 dólares que «se pase toda la noche lavando su coche».
No obstante, sostuvo que la inteligencia artificial es todavía «algo endeble y si sucede algo inusual no lo pueden resolver, ya que hay que tener el cerebro humano para tener el método».
El «mayor temor es que no tengamos nada que hacer los humanos», apostilló.
Fuente: EFE